Chau, viejo...
Hola a todos.
Este post está dedicado a la memoria de una persona, quizás no muy conocida, pero llorada por muchos. Se lo conocía como "el negro Amado", "el tío Jorge", "el padrino", "el compadre", pero yo siempre suelo hablar de él como "mi viejo".
Mi viejo y yo teníamos una relación bastante rara: por distintas circunstancias nos veíamos cada seis meses aproximadamente, pero siempre, siempre, era como si nos hubieramos visto ayer. Entre risas, asado y algún que otro vino, pasábamos momentos muy gratos, siempre a la espectativa de los comentarios y anecdotas de mi viejo. Nunca sabías con que iba a salir.
Trabajaba como chofer de una empresa de omnibus llamada "El Condor y La Estrella", así que siempre que lo veía traía historias de distintos rincones del país, historias que desfilaban en sobremesas tan largas como lo permitiera el día, para terminar contando en tono compinche todas y cada una de sus "andanzas".
Mi viejo era un tipo alegre, de esos que no dejas de esperar en una reunión entre amigos, de esos que ofician de padre, amigo y consejero
, que te dicen la verdad sin vueltas, siempre dispuesto a prestarte un hombro. También era una persona orgullosa como ninguna, cosa que suele producir sentimientos antagónicos.
Mi viejo falleció en la madrugada del primero de septiembre de este año. Se nos fué.
Pero se aseguró de no dejarnos solos, nos dejo un sin fin de cosas invaluables. Siempre que hablabamos me pedía que le reprochara sus errores, que no me guarde nada. Yo suelo ser una persona muy cerrada con mis sentimientos, y él me conocía mas de lo que yo sabía, pero es el día de hoy en el que puedo "mirarte" a los ojos, mi viejo, y decirte que nunca hubo nada que reprochar, tus errores quedan cubiertos bajo tu integridad y tu fortaleza para asumirlos y eso me enseñó a ser la persona que soy.
Es cierto que no tuvimos mucho tiempo como padre e hijo, pero hay cosas que siempre me marcaron el camino y me sirven de guía para poder tropezar, pero seguir avanzando.
Una de esas cosas son la educación y la dedicación a los estudios. Recuerdo mi cumpleaños número 10. Fué mi primer "asalto", esos que duran toda la noche, con gente amiga y no tanto, pero desbordante de alegría, musica y baile hasta caer rendido. Pero lo que más recuerdo es al día siguiente, cuando creías que dormía, agarraste mi cuaderno de clases y te fijaste en lo que más flojo andaba. Me fuiste a buscar a las 7 de la mañana y me pusiste a estudiar las tablas de multiplicar, jaja.
Otra de esas cosas es que lo que se gana con esfuerzo se aprecia mejor y que sólo somos dignos de aquello que ganamos por nosotros mismos.
Viejo, como dijo alguna vez alguien que no recuerdo (si, soy malo con los nombres) "la vida es un instante entre dos eternidades, una antes de nacer y otra despues de morir". Desde antes de nacer fuí parte de tu vida, y hoy que ya no estás tu vida sigue siendo parte de la mía.
Gracias por este "instante" y todo lo que nos dejaste, a mi, a mis hermanos, y a toda la gente que te quiso y te recordará por siempre.
Chau, viejo...